martes, 7 de mayo de 2013

Puesta (Cada tarde)

Fuiste miel, acero y sangre
y nunca supe en que momento te erigiste
como eterna levedad de los infiernos,
pronto y dulce simulacro de mi artritis.

Me llamaste desde el "no", desde la culpa
al transigir con el linaje, deserté y sedujiste,
diario, cada tarde,
Occidente desnudándose imposible.

Pasaste sobre mí, marcándome
cada tarde, en y siendo
cada tarde.

No aprendí a ignorarte,
hoy no súcubo,
mejor astronomía o suspiro,
destino no cumpliente,
amasijo de recursos temporales,
que tejí, débil, hasta que el puchero
engordó en hubieras.

Temprano me amputó la geografía.
(La veía, literalmente,
la veía desde lejos, desde arriba,
las lámparas, poco a poco,
yo sabía donde vivía y mis fronteras,
decir "fuimos" y nombrar-nos en la misma línea,
entonces un consuelo insulso).

Y, testigo perenne, enrojecías,
amarilleabas,
oscurecías, estrellecías,
me forjaste y te encaro.

Hoy no te temo.
Con sed desde no verte.
Yo palpito en esas nubes.
Te respiro prolongada.
Lo que dures.
También mañana.

Lunes 6 de mayo de 2013.

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