¿Y no será que algunos hombres se declaran "feministas" nomás para ligar académicas?
He sostenido que numerosas actitudes ligadas con la "caballerosidad" no son más que modos ocultos de machismo.
Y en ocasiones he sido acusado de "machista" por alumnas que esperan algún trato preferencial cuando les llamo la atención por cuestiones académicas o disciplinarias.
Son las mismas que sostienen que una chava no se le puede "aventar" a un chavo porque eso es de "zorras".
Pero el machista soy yo, claro...
Entiendo la evolución histórica y las circunstancias concretas de algunos proyectos feministas hacia defensa de la equidad de derechos entre géneros. No tiene nada de raro que tal conciencia iniciase del lado oprimido. Pero confieso que me cuesta identificar el término "feminismo" con esa causa.
El lenguaje, las ideologías, los proyectos y las identidades se confunden. El "esclavismo" no defiende los derechos de los esclavos, ni "catolicista" es lo mismo que "católico". Ni "helenista" que "helénico": hay tres siglos de decadencia entre ambas realidades. Del mismo modo en que "hembrismo" se presenta como un término tan cargado de hegemonía y exclusión, que no necesariamente de "empoderamiento": otra voz difícil. Como difícil el debate por "los mexicanos y las mexicanas", en lugar de sólo "los mexicanos".
Personalmente, no creo que defender la equidad de género me haga "feminista", así como adherirme al proyecto de Jesús de Nazareth no me hace "cristianista", ni coincidir con Sidharta Gautama me hace "budista" ni compartir la perspectiva de Marx me hace "comunista".
Por lo pronto, sigo en espera de que se instaure la "damosidad" y hago eco a las posturas de Marcelo Mario de Melo en su "Manifiesto Masculinista Nordestino"*:
La caballerosidad es cansada, aburrida y costosa. Delicadeza es unisex. Que sea extinguida la caballerosidad o se instaure, también, la «damosidad»; queremos recibir flores; exigimos la modificación del «Padre nuestro»: «Padre y madre nuestros… Bendito sea el fruto de nuestro vientre y de nuestro semen…»
No que yo sea "masculinista", tampoco. En todo caso, ciclista sí. Más o menos.
Addendum en septiembre de 2014:
A ver...
No soy feminista. No entiendo el feminismo. Quizá porque el feminismo, el comunismo, el cristianismo, el neoliberalismo, el veganismo y todos los "ismos", cuando no se asumen fértiles a la diversidad, son ideologías que al final, veo la historia, tienden a cerrarse sobre sí de esclerosis, incapaces de escuchar, ciegas si no es al dogma.
No soy feminista. Quizá porque no me checa que una búsqueda de equidad tome un nombre excluyente. No estoy en contra, tampoco. Aunque, en términos políticos, abomino aquello de que "quien no está conmigo está contra mí" (ya podriamos discutir la frase en otros ámbitos).
No soy feminista porque he visto mujeres y hombres plenos en decisiones de vida que coinciden con la tradición, enfrentados a la suficiencia o lástima activista.
No soy feminista aunque reconocerlo me traiga un conflicto gratuito e irracional de quienes me anatemizen misógino. He visto cómo feminismo se confunde con "hembrismo" y "machismo" con masculinismo, con tremenda injusticia e ignorancia. No soy feminista quizá porque, con envidia, he visto hombres, sobre todo en círculos intelectuales, adherirse nomás para ligar o quedar bien.
No soy feminista porque no he visto el feminismo. He visto, sí, uniformes feministas y conductas justas y equitativas dentro y fuera de ese paraguas. Así como no he visto el cristianismo, sino, valga el término, a los "cristianistas" y al amor realizarse en la acera opuesta. En todo caso, habría que revisar los feminismos, en plural (y vaya que he visto cristianismos).
Sí necesito encontrar feministas que enfaticen el diálogo. Indignaciones constructivas, no incendiarias. Más: necesito encontrar personas que no juzguen con suficiencia en sus propios términos que el resto de la humanidad está, al menos, equivocada, ya no condenada. En mi experiencia, años de confrontación fueron estériles. Hoy creo más en los puentes que en las antorchas, y en vivir una ética más que ondear banderas.
Quiero afirmar que es padrísimo ser hombre, ante mujeres orgullosas y aún ante peleadas con su menstruación o ante otra que murmure con sospecha que debiera estar avergonzado.
Me interesa fomentar una sociedad que no culpabilice a las víctimas de violación, que supere una caballerosidad esclavizante, que acoja con esperanza la diversidad de géneros y que permita a los hombres los permisos de paternidad y a las mujeres tomar la iniciativa en el ligue. Que ninguna mujer muera por ser mujer, que ningún hombre viva muerto por ser hombre. Y suscribo con antojo aquel Manifiesto Masculinista Nordestino. Y se me antoja rebasar la teología del estereotipo (donde leo que Dios no se sienta para mear o que feminismo es frigidez con cartelones).
Celebro y agradezco que conozco y defiendo estas causas (que no banderas ni etiquetas) gracias a tantas mujeres que asumieron con sangre sacudir nuestra conciencia y ponerle nombre a la inequidad y opresión. Sé que por ello soy fruto en parte de muchos feminismos, y les estoy en deuda. Identifico las trampas lingüísticas de género. Reconozco mis incongruencias y terribles metidas de pata, reconozco mi historia y mi origen y que falta caminar.
No soy feminista. Quizá porque no me checa que una búsqueda de equidad tome un nombre excluyente. No estoy en contra, tampoco. Aunque, en términos políticos, abomino aquello de que "quien no está conmigo está contra mí" (ya podriamos discutir la frase en otros ámbitos).
No soy feminista porque he visto mujeres y hombres plenos en decisiones de vida que coinciden con la tradición, enfrentados a la suficiencia o lástima activista.
No soy feminista aunque reconocerlo me traiga un conflicto gratuito e irracional de quienes me anatemizen misógino. He visto cómo feminismo se confunde con "hembrismo" y "machismo" con masculinismo, con tremenda injusticia e ignorancia. No soy feminista quizá porque, con envidia, he visto hombres, sobre todo en círculos intelectuales, adherirse nomás para ligar o quedar bien.
No soy feminista porque no he visto el feminismo. He visto, sí, uniformes feministas y conductas justas y equitativas dentro y fuera de ese paraguas. Así como no he visto el cristianismo, sino, valga el término, a los "cristianistas" y al amor realizarse en la acera opuesta. En todo caso, habría que revisar los feminismos, en plural (y vaya que he visto cristianismos).
Sí necesito encontrar feministas que enfaticen el diálogo. Indignaciones constructivas, no incendiarias. Más: necesito encontrar personas que no juzguen con suficiencia en sus propios términos que el resto de la humanidad está, al menos, equivocada, ya no condenada. En mi experiencia, años de confrontación fueron estériles. Hoy creo más en los puentes que en las antorchas, y en vivir una ética más que ondear banderas.
Quiero afirmar que es padrísimo ser hombre, ante mujeres orgullosas y aún ante peleadas con su menstruación o ante otra que murmure con sospecha que debiera estar avergonzado.
Me interesa fomentar una sociedad que no culpabilice a las víctimas de violación, que supere una caballerosidad esclavizante, que acoja con esperanza la diversidad de géneros y que permita a los hombres los permisos de paternidad y a las mujeres tomar la iniciativa en el ligue. Que ninguna mujer muera por ser mujer, que ningún hombre viva muerto por ser hombre. Y suscribo con antojo aquel Manifiesto Masculinista Nordestino. Y se me antoja rebasar la teología del estereotipo (donde leo que Dios no se sienta para mear o que feminismo es frigidez con cartelones).
Celebro y agradezco que conozco y defiendo estas causas (que no banderas ni etiquetas) gracias a tantas mujeres que asumieron con sangre sacudir nuestra conciencia y ponerle nombre a la inequidad y opresión. Sé que por ello soy fruto en parte de muchos feminismos, y les estoy en deuda. Identifico las trampas lingüísticas de género. Reconozco mis incongruencias y terribles metidas de pata, reconozco mi historia y mi origen y que falta caminar.
